Regar correctamente los tomates durante todo el año es fundamental para garantizar un sabor delicioso y una cosecha abundante. Durante la primavera y el verano, los tomates necesitan una cantidad moderada de agua, con riego regular pero no demasiado frecuente. Alrededor de 2-3 pulgadas de agua por semana deberían ser suficientes. Durante el otoño y el invierno, cuando el suelo ya está lo suficientemente húmedo, se puede reducir o incluso eliminar el riego. Las raíces de los tomates son lo suficientemente profundas y pueden aprovechar los recursos hídricos presentes en el suelo.