Es importante limpiar periódicamente el jarrón en el que se encuentran las flores frescas para evitar la proliferación de bacterias y por tanto una muerte segura. La frecuencia con la que se debe reponer el agua del florero depende principalmente de la humedad ambiental y de la cantidad de agua que se evapora cada día: por lo general, se debe renovar cada dos o tres días. Al reemplazar el agua, también es importante lavar el recipiente y eliminar la suciedad. Use un detergente suave y, si es necesario, reemplace el jarrón en el que están contenidas las flores.